El caminante sobre el mar de nubes
Creación del pintor romántico alemán Caspar
David Friedrich, data del año 1818. Si se analiza de una manera general todas las obras de este artista, es fácil ver
como pinta varias veces lugares aislados de la naturaleza; seguramente debe
haberse sentido muy atraído por lugares solitarios, pero maravillosos (locus
amoenus). Con el evolucionar de su arte, Friedrich hizo aun más evidente su
gusto por lugares aislados, pero le agregó un aire más misterioso otorgando a
cada elemento del cuadro un simbolismo, típico del romanticismo, como se
observa en sus otras obras.
Volviendo al caminante sobre el mar de nubes,
para comenzar el viajero de espaldas no tiene visible el rostro, por lo que
transmite la idea que el viajero es toda la humanidad. Además de evitar que el
paisaje pase a un segundo plano opacado por el rostro del individuo, el
caminante al estar observando este, invita a ver lo mismo que él observa,
sintiéndose parte de esta pintura.
El protagonista se ubica al centro, dando
un aire de dominancia. Por otra parte, es un hombre que a pesar de tener un bastón pudo lograr
llegar hasta la cima para contemplar el paisaje, él que al estar lleno de nubes
simboliza lo eterno, y luego de un difícil trayecto, un ser con dificultad,
subió por una montaña terrenal, hasta
lograr llegar y apreciar la vida eterna, asimismo la postura con una pierna
delante de la otra, sería la dominación de este viajero sobre este mundo y el
eterno.
Otra posible interpretación es la de comparar
al humano con el universo representado por la naturaleza y plantear la
interrogante ¿Qué es el humano cuando se compara con el universo? Obviamente, se comprende que el hombre cara a
esta realidad no es más que un elemento pedestre, insignificante. Así,
encontramos la exaltación de un posible sentido nihilista.
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