El grito
Los cuatro cuadros del noruego Edvard Munch
tuvieron su incentivo en la violenta vida del autor, llena de hechos muy dramáticos,
sólo por nombrar algunos sucesos, el pintor solo siendo un niño presencio la
muerte de su madre y hermana a causa de la tuberculosis, su padre era un hombre
muy severo, con fuertes obsesiones religiosas. A causa de la difícil vida,
Munch desarrolló una personalidad muy problemática y desequilibrada. A través
de estos cuatro cuadros el artista noruego inmortaliza la expresión de su vida,
la deformada realidad logró que se expresara tan bien el sentimiento de la figura
de un ser desesperado y angustiado, gritando, que se le consideró en su comienzo una obra
muy perturbadora, incluso los nazis, consideraron a Munch un degenerado y se le
recomendó a las mujeres embarazadas que no visitaran la exposición de estas
obras, pudiendo inferirse que el público se sentía violentado por estas obras tan
enloquecedoras.
Si bien las pinturas lograron causar angustia,
la deformación del puente y del personaje no difieren mucho de otras obras
expresionistas: lo que causa el sentimiento es todo el paisaje anterior que
conlleva la obra, los colores y la agresiva deformación crean una inquietud. Podría
interpretarse como el pasado de la figura, y está al frente, en la actualidad
solamente nos puede mostrar su zozobra frente a lo ya vivido.
Esta obra debido a sus primeras críticas no
fue muy valorada. Fue sacada de exposiciones y malinterpretada. Solo adquirió
fama cuando el artista Andy Warhol realizó una serie de estampaciones en seda
sobre las obras de Munch, que incluían El
grito. La idea fue desacralizar la pintura convirtiéndola en un objeto de
reproducción en masa.
Cuadros que comenzaron siendo muy mal
criticados y que terminaron convirtiéndose en todo un icono popular, y todo tal
vez a que girar en un tema latente en todos.
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